Con una selección nacional que se cae a pedazos, clubes que se ven obligados a hacer colectas para pagar a sus jugadores, canchas donde parece crecer papas en vez de césped, con campeones nacionales que no pintan en la libertadores y sudamericana, dirigentes involucrados en casos de corrupción, malversación de fondos, tráfico de influencias; Una prensa deportiva casi chicha, jóvenes promesas que lloran porque en Europa no pueden salir a juerguear, un campeonato nacional mediocre con partidos claves con estadios vacíos, y también con él, si, él, el padre de toda esta basura, general de toda la podredumbre, el descarado, el sinvergüenza que causa nausea incluso nombrarlo.

El caso es que nos comprometimos con la desafiliación de la FIFA, si, algo inevitable, y mejor hubiera sido quedar fuera de toda competencia para ver si se animan a tomar encuenta de una manera comprometida el fútbo, lo que ocurrió es casi como la crónica de una muerte anunciada. Solo quisiera que el responsable de todo esto vea la luz, que la virgen lo ilumine, que los santos derramen sobre él la sabiduría del Espíritu Santo, reconozca su culpa y diga "Oh padre, pueblo peruano, soy pecador, renuncio". Que lo haga mañana, pasado, en un mes, un año, en mil años, no lo sé; solo pedimos que se vaya y como dice la canción volver a empezar.